Mitología

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A través del Poema de Egrion, los dioses Naos y Areia dieron vida al mundo de Neria.

El poema entero está grabado, conformando las dos estatuas de Naos y Areia, situadas en las torres de Dad-Belissi, ciudad de la raza de los ándol. Unas estatuas de decenas de metros en las que está tallado todo el poema que dio origen al mundo.

Este poema constituye el origen de la tierra donde moran todos los seres. Los dioses Naos y Areia, como muestra del amor que sentían el uno por el otro, decidieron crear un poema en el que cada cual le regalaría a la otra parte los versos que su amor fuera dictando. A medida que los recitaban, sus palabras se materializaban y se hacían visibles a la mirada del otro, dando vida a la tierra de Neria. Todos los mares y continentes recitaron, todos los ríos y lagos declamaron, todos los bosques y montañas fueron brotando de sus palabras y todos los seres que habitan en ella fueron configurándose en el vientre de la poesía.

Habiendo terminado su creación, decidieron no intervenir jamás directamente en los acontecimientos que habrían de suceder en su obra, y acordaron que la vida fluyera en ella sin intervención de ninguno de los dos. Debería mantener el equilibrio por sí misma y le otorgaron el privilegio de ser dueña de su propio destino. Para poder seguir cómo se sucedían los acontecimientos en Neria, Naos y Areia crearon unos semidioses, los Letams. Cada uno creó los suyos, los cuales se movían entre Neria y sus estancias etéreas, y a través de ellos podían observar los sucesos ocurridos, pero solamente en el momento de gobierno que cada uno poseyera, el día de Neria o su noche.

Areia gobierna en las noches de Neria y su poder en ese período apaga el de su amado Naos. Por el contrario, Naos expande su gracia en los días del mundo, deslumbrando con su brillo el poder de su amada.

Los Letams viven en Klámiron, una tierra que flota boca abajo entre Neria y las estancias etéreas de Naos y Areia…una tierra que une el mundo de los dioses con su creación. Y allí moran los nueve, pues nueve son estos semidioses. Estos son sus nombres:

Ainesi. La Letam del aire y los vientos.

Siuma. De los mares y sus abismos.

Gario. De los ríos y lagos.

Tenevia. De la lluvia y las fuentes.

Éntil. El Letam del tiempo.

Nemiria. De la tierra y los bosques.

Voldrian. Del fuego y los volcanes.

Turmú. De los espíritus y la música

Iriámfir. El último Letam creado. De las nubes y las estrellas.

En el momento de la creación de Neria, a través del poema de Egrion, Naos y Areia se amaron profundamente como solo los dioses pueden amarse, encontrándose en un atardecer. Y de ese amor nacieron los Érriols y los Luaras. Pero no como sus hijos, pues no lo son. Solo son la materialización del amor de ese atardecer irrepetible en la eternidad. Nacieron unos elementales de proporciones titánicas, que se dedicarían por siempre a la contemplación y disfrute de Neria, pero también a su protección si fuera necesario. Seres mágicos y poderosos, superiores en poder a los Letams, se dividieron en dos manifestaciones corpóreas:

Érriols. Creados por Naos, sus cuerpos están compuestos por rocas y árboles que recubren sus colosales envergaduras. Son los guardianes de las montañas y los bosques.

Luaras. Creados por Areia, sus cuerpos están formados por ríos y lagos y poseen semejante tamaño a los Érriols. Son los custodios de los mares y los ríos, así como de los lagos y los manantiales subterráneos.

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